María Loreto Arias, la patinadora diestra que aprendió a comer y a escribir con la mano izquierda

Buenos Aires (Argentina).- María Loreto Arias vivió el peor mes de su vida cuando tenía 10 años. Una caída en la pista de patinaje le provocó una rotura de clavícula que la obligó a dejar de entrenar durante 30 días. Los médicos le inmovilizaron el brazo derecho, por lo que durante ese lapso tuvo aprender a comer y escribir con la mano izquierda, destreza que conserva hasta ahora. María es ambidiestra por obligación.
La patinadora lojana de 17 años es una de las deportistas más destacadas de la delegación ecuatoriana que compite en los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018. En la primera jornada, el domingo, se ubicó quinta en el mundo en los 5.000 metros y este lunes 8 de octubre aseguró un cupo para disputar las semifinales de los 500 metros sprint, su especialidad, donde culminó cuarta y no pasó a la final.
María tuvo su primer acercamiento al patinaje cuando tenía 5 años. A menudo acompañaba a su mamá a la escuela donde daba clases y diagonal a ese lugar había una pista donde practicaban esta disciplina. “Desde que vi a otros niños patinando quedé fascinada con este deporte”, contó la patinadora mientras caminaba por el Paseo de la Costa, ubicado en el Municipio Vicente López, en la provincia de Buenos Aires. Lo de María con el patinaje fue amor a primera vista.
A los 12 años tuvo su primera competencia y desde ahí no paró. Desde ese año ha ganado siete títulos nacionales consecutivos. En el 2016 se estrenó como seleccionada nacional en el Mundial que se realizó en Nanjing, China, en donde terminó decimoquinta. El año pasado, en la misma ciudad asiática, se ubicó entre las cinco mejores del planeta en 500 metros sprint.
En mayo de este año, en Herdee, Holanda, donde se realizó también el mundial de la especialidad, terminó segunda en 500 metros sprint dentro de una gira europea. Se ubicó detrás de la campeona mundial, la italiana Anais Pedroni.
Su clasificación a los Juegos Olímpicos de la Juventud la logró en el Mundial de Holanda, donde cumplió una destacada actuación. Pero la noticia de su presencia en los Juegos se la dieron semanas después, cuando ya estaba de regreso a Ecuador.
Una mañana de agosto pasado, mientras dormía, sonó su celular. Era su entrenador Marcelo Placencia y ella le contestó aún adormitada. “Adivina… estás clasificada a los Juegos Olímpicos”, le dijo el adiestrador. María se levantó como un resorte de su cama y empezó a llorar de la emoción.
Una de las anécdotas más chistosas de su corta carrera ocurrió en el Mundial de China. Una supuesta salida en falso hizo que se detuviera. Ella había escuchado un disparo, pero los jueces querían descalificarla. Gracias a la intervención de otros entrenadores, la competencia se repitió y María cruzó la meta en quinto puesto. Hoy ese es solo un bonito recuerdo.
El patinaje es su vida, espera ahora cumplir con otro sueño: convertirse en médico fisioterapista. Su anhelo es permanecer el resto de su existencia vinculada al deporte.